Entrevista a Cristina Barroso

Entrevista a Cristina Barroso

Es un placer para mí poder entrevistar a Cristina Barroso Hernán, Consultora de Sistemas de Retención Infantil y la Portavoz del Modelo Sueco de Seguridad Vial Infantil en España.

Podríamos decir y lo decimos,  que es la persona que en nuestro país introdujo el uso de los sistemas de retención infantiles orientados en sentido contrario a la marcha hace más de 10 años.  Si tu hijo viaja o ha viajado de espaldas a la marcha, debemos darle las gracias a ella por todo el trabajo que ha hecho para poder hacer llegar a todas las familias españolas que la seguridad vial infantil solo tiene un sentido y ese es a contramarcha.

Gran profesional y mejor persona, para mi es un apoyo y es a quien me dirijo cuando tengo alguna duda sobre los sistemas de retención.

Si, es mi amiga y muy orgulloso de ello.

¿Quién es Cristina Barroso? 

Pues tal vez sea una rebelde pero con una causa que considero más que justificada: La de evitar lesiones evitables en niños que viajan como pasajeros en vehículos.  Y soy rebelde porque no valido el discurso oficial sobre que todos los sistemas de retención, por el hecho de estar homologados, evitan lesiones graves o fallecimientos.   No lo valido porque es falso.   La homologación no es más que una compatibilización de un elemento externo del coche (la silla) al propio vehículo y por eso esta homologación depende del Ministerio de Industria.   La seguridad no es ahí el factor determinante ni la homologación gira en torno a ella;  de ser así dependería del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.    Y no es el caso, ni lo ha sido nunca. 

No obstante, y en lo que a sillas de automóvil se refiere autoridades, fabricantes y consumidores vinculamos el término de “homologación” al de “seguridad” y ese es el error.

Está científicamente demostrado que sujetar a un niño en una silla no garantiza su seguridad por muy homologada para el vehículo que esté.  El modelo Sueco, que es el que yo defiendo, únicamente valida aquellos sistemas que, además de ser compatibles con el vehículo, son compatibles con la vida.  Así que se puede decir que Cristina Barroso es la precursora en España de un modelo de seguridad que defiende el derecho de nuestros hijos a disfrutar de una vida sin lesiones por siniestros viales cuando estas son evitables. Y que esta defensa lleva inevitablemente implícita una labor de denuncia contra quienes mantienen un discurso sustentado en la falsa premisa de que, una homologación de compatibilización con el vehículo es ya una garantía de seguridad para el pasajero.

Por lo demás soy madre, empresaria y consultora en S.R.I. y trabajo para promover el uso hasta como mínimo los 4 años de edad, de los únicos sistemas de retención que pueden aspirar a la lesión cero: los sistemas a contramarcha. 

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Eres referente en España de los sistemas de Retención Infantil a contramarcha,  ¿Cuándo empieza tu labor en promulgar el modelo de Seguridad nórdico en el auto?

En 2012 al ver que no había interés por traer a España este tipo de sillas,  promover sus beneficios y ponerlas a disposición de los consumidores, decidí hacerlo yo.   Para que un padre entienda la eficacia de un sistema a contramarcha, hay que hablar en términos de seguridad (no de sillitas) y eso requiere de estudiar y empaparse de toda la base científica que soporta esta medida, pero también consiste en formar bien a los vendedores para que trasladen su importancia a los padres.   Y eso es a lo que me dedico a través de 2 empresas: WOBABIES SL, mediante la cual distribuyo en España,  Portugal y Andorra las marcas KLIPPAN, WOB y AVIONAUT;  y NORDIC BABY, un comercio inspirado en la filosofía nórdica y por tanto especializado en una propuesta de maternidad respetuosa, con la seguridad en el automóvil como pilar principal, ubicada en la localidad de Las Rozas en Madrid.

¿Qué necesitamos para poder aplicar el modelo de seguridad sueco en España?  ¿De qué depende?

Lo único que se necesita es que los padres entendamos la importancia que tiene esta medida de seguridad.  Ninguno en nuestro sano juicio ponemos a nuestros hijos en riesgo deliberadamente.  Todos queremos lo mejor para ellos (dentro siempre de nuestras posibilidades).  Pero cuando algo que es a todas luces lo mejor no está a nuestro alcance o lo que es peor, desconocemos de su existencia, es casi imposible tomar una decisión acertada.   Y esto responde a la segunda pregunta.  ¿De qué depende? De que la información llegue a todas las familias de manera clara, concisa y correcta.  Y eso ya es más complicado cuando en España el discurso sobre las sillitas varía en función de la fuente a la que consultemos.  En un escenario de versiones variopintas e incluso contradictorias sobre lo que es o no seguro, tendremos usuarios consumiendo productos eficaces y también ineficaces, con todo lo que ello implica.

La web de “Acontramarcha.com” ha sido un lugar donde muchos nos hemos informado sobre los sistemas de retención infantiles, ¿Cuál fue el motivo de crearla?

El motivo fue poner al alcance del consumidor la evidencia científica que soporta este tipo de sistemas.  Cuando abrí esta página en 2012, todas las fuentes (tanto oficiales como oficiosas) promovían el uso de sistemas a favor de marcha.  Las sillas a contramarcha eran invisibles para las fuentes oficiales y desaconsejables para las fuentes oficiosas.  Así que, creé a contramarcha para contrarrestar la ausencia de información por parte de los primeros y la manipulación por parte de los segundos.

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En los últimos años has impartido charlas y talleres sobre el Modelo Sueco de Seguridad Vial a profesionales de la seguridad vial, personal sanitario, ect… ¿Crees que ha cambiado su visión sobre los sistemas a contramarcha y su importancia?

Completamente.  Creo que no ha habido ni una sola vez en la que alguien no haya confesado sentirse, por un lado agradecido por la información, y por el otro agobiado porque ahora entiende que los productos que utiliza con sus hijos, sobrinos o nietos no son los adecuados. 

Comienzan escuchándome en calidad de profesionales interesados y cuando termino, quienes se despiden de mí son padres, abuelos o tíos preocupados y frustrados.  La frustración y la preocupación son las reacciones inmediatas más frecuentes porque la evidencia científica en la que me baso es tan rotunda que no deja un resquicio de duda.    Pero estas dos sensaciones iniciales dan paso posteriormente al agradecimiento y sobre todo al alivio de saber que, aunque eso suponga hacer un esfuerzo económico inesperado, todavía están a tiempo de ponerle remedio. 

A nivel profesional, muchos salen (o eso dicen) con el firme propósito de difundir dentro de su entorno y sus posibilidades esta medida de seguridad, así que para mí estas acciones son siempre muy gratificantes. 

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¿Crees que la administraciónn (DGT, Ministerio del Interior, Fomento, Industria, etc.) está involucrada al 100% en seguridad infantil o aún pueden hacer muchas más cosas?

En absoluto.  Creo que la autocomplacencia con la que todos los ministerios implicados validan unas estadísticas que son muy mejorables, son un fiel reflejo de que aún estamos muy lejos de conseguir los resultados de Suecia.  Y esta diferencia no se debe a que allí haya menos personas.  Ni tampoco a un clima que impide que la gente coja el coche (excusas frecuentes en debates sobre Suecia y sus resultados).  Se debe a que allí se asume que, en un fallecimiento por siniestro vial, la responsabilidad se comparte entre los usuarios, los fabricantes y las autoridades a partes iguales.  Y por tanto las tres partes aportan su solución para que no vuelva a suceder. 

Los usuarios asumen los cambios normativos sin cuestionarlos porque saben que son beneficiosos para todos.  Por eso en Suecia los radares no se colocan para multar, sino para evitar multas.

Los fabricantes mejoran sus productos para que, en un siniestro similar, protejan mejor.  Por eso, Suecia fue el impulsor de EuroNcap.

Las autoridades por su parte analizan qué podrían haber hecho ellos para evitar esos resultados y desarrollan soluciones que eviten consecuencias similares.  Por eso Suecia implementó la carretera 2+1.

En España, tanto autoridades como fabricantes descargan toda la responsabilidad sobre los usuarios, aludiendo constantemente al error humano o a la temeridad.  Con un enfoque así ¿qué necesidad hay de mejorar infraestructuras o productos? 

Y así estamos.  Atascados en unas estadísticas que, dato arriba, dato abajo se mantienen desde hace años en la misma meseta de lesionados y fallecidos porque los usuarios nos movemos en un entorno hostil en el que, si nos equivocamos o transgredimos las normas, nos puede llegar a costar la vida.  Y lo peor, es que el discurso del error y la imprudencia está tan instalado que como sociedad ya hemos asumido que esa lesión o el fallecimiento es, o bien el precio que tenemos que pagar por haberlo hecho mal, o bien el resultado inevitable de estar en el sitio equivocado a la hora equivocada.  Y a mi esa posición de indulgencia me resulta aterradora.

Tal y como yo lo veo, los lesionados por siniestros viales son a los ministerios de Interior, Fomento e Industria, lo que un adicto al tabaco al Sistema Sanitario.  ¿Acaso se entendería que alguien que ha desarrollado un cáncer por fumar fuera desahuciado por haber hecho un uso irresponsable o excesivo del tabaco?  No.  El sistema sanitario está muy por encima de las malas decisiones de la población.  Su obligación es hacer todo lo posible para evitar las causas y paliar las consecuencias sean cuales sean los detonantes.  Y por eso el sector sanitario está constantemente investigando, implementando mejoras o descartando procedimientos  y protocolos obsoletos.

Pues con la Seguridad Vial ocurre lo contrario.  Las lesiones irreversibles o mortales en carretera se asumen con naturalidad, descargando la responsabilidad en los usuarios y sin que las autoridades consideren que puedan hacer mucho más al respecto de lo que ya han hecho.  Y en lo que a sillas de auto se refiere el planteamiento es exactamente el mismo: 

La silla perfecta no existe aunque todas sean válidas.  Si un niño fallece o queda gravemente lesionado mientras viajaba haciendo uso de un Sistema de Retención Infantil, es porque los padres no han elegido el sistema más adecuado o han hecho un uso inapropiado del mismo.  Y como no hay dos familias iguales, ni dos accidentes iguales, ni dos circunstancias iguales, los resultados de esa familia concreta en ese escenario concreto eran impredecibles y por tanto inevitables.  Mala suerte. 

¿Alguno se plantea que esa silla sea ineficaz? No.  Porque cumple con todos los requisitos de homologación (aunque esta no tenga nada que ver con la seguridad). 

¿Alguno se plantea que ese árbol no debiera estar ahí o que la calidad del asfalto en ese tramo fuera deficiente?  No, porque cumple a rajatabla el pliego de condiciones estipulado (aunque este no haya contemplado la compatibilidad del terreno en ese tramo con el tipo de hormigón elegido).

¿Alguna vez las autoridades se plantean que, tal vez las consecuencias negativas se deban a que los criterios de homologación de un producto o las condiciones estipuladas para un proyecto puedan ser deficientes, insuficientes o incluso estar equivocadas?  No.

En términos de tráfico y seguridad vial, lo estipulado por quienes regulan, bien estipulado está y rara vez se modifica.  Y ahí es donde radica la principal diferencia con Suecia: 

Mientras que aquí nos limitamos, por ejemplo, a marcar en el mapa “puntos negros”, o “tramos peligrosos” y le pedimos al usuario que tenga cuidado, en Suecia los eliminan, para que si el usuario tiene un descuido, no le cueste la vida. Ni a él ni a nadie.

Con un planteamiento tan poco constructivo por parte de quienes nos regulan y legislan  ¿Cómo van a mejorar nuestras estadísticas?  Diría que es justo al revés.  Los usuarios somos unos verdaderos supervivientes y si las estadísticas no son peores es porque nosotros somos más responsables y menos torpes de lo que nos cuentan. 

En mi opinión, y sobre todo en lo que sistemas de retención infantil se refiere, llevamos años estancados porque el margen de mejora a día de hoy depende mucho más de que las autoridades y fabricantes hagan mejor su trabajo, que de que los usuarios dejemos de hacer un uso  “erróneo” o “irresponsable” de sus productos e infraestructuras. 

Madre, Empresaria, Consultora y desde hace unos meses Docente en el Curso Técnico Avanzado de Sistemas de Retención Infantil impartido por la Universidad Comillas, ¿Qué esperas de este curso? ¿A quién va dirigido?

Lo que la Universidad Comillas y el profesorado queremos conseguir con este curso es dar a conocer la base científica sobre la que se sustenta el sector de las sillas infantiles.   La ciencia no suele ser accesible para la población y cuando esto es así, los vacíos de información se rellenan con creencias.  Cuando esas creencias se instalan y asumen como si fueran fundamentos científicos empiezan los problemas, porque nos induce a tomar decisiones erróneas que, cuando afectan a la salud o a la seguridad, se saldan con vidas.  Y eso, en una sociedad desarrollada como la nuestra debería ser inadmisible. 

Lo que yo personalmente espero de este curso es que los criterios y recomendaciones se basen únicamente en lo que está científicamente demostrado.  Nada más.

Dado el papel fundamental que representan los vendedores en las decisiones de los padres, estas primeras convocatorias del curso tienen como prioridad formarlos a ellos para que sus asesoramientos sean escrupulosamente rigurosos.  No obstante, ediciones posteriores irán destinadas a todos aquellos que, por su condición o profesión, estén interesados en ampliar sus conocimientos en el ámbito concreto de las sillas de auto. 

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Estamos en plena pandemia del Covid-19, ¿hacia dónde crees que girará la seguridad vial infantil una vez pasado el estado de alarma?

No lo sé.  Me encantaría que girase hacia el sentido común y ese nos dice que tenemos que llevar a nuestros niños de espaldas porque está científicamente demostrado que lo más seguro tanto en impactos frontales, como traseros y laterales.

En mi opinión, de esta pandemia deberíamos salir con una actitud más humilde con respecto a lo que no podemos controlar y más firme con respecto a lo que sí depende de nosotros y en base a eso deberíamos reorganizar nuestras prioridades.

Si algo ha dejado claro este virus es que la prevención es siempre la mejor solución.  La más rápida, barata y eficaz.  Da igual que el detonante sea un Coronavirus o que sea la energía cinética.  Todo lo que se repite se puede prever y todo lo que es previsible se puede evitar.

¿Habrán sido suficientes 2 meses de confinamiento para entender que es mucho más sencillo evitar que nuestros hijos sufran lesiones que quedar a expensas de que los médicos las solucionen (si es que pueden)?   El tiempo lo dirá.